15 junio 2016

Devenir

Coronada de auroras
sin dioses cumbre
de glorias anónimas.

Hijos del estambre
quebrado
a su antojo.

Charcos de sueños
espuma de muertes
de pájaros sin espanto.

Vidas sin vuelo
ni plumas
con alas.

12 enero 2016

El lado en sombra de la luna


Se fusiona con el mundo exterior y nace, por vez primera, la vida con el sonido de un llanto. El aliento de un recién nacido que se materializa en un espacio determinado de tiempo, en una fecha y una hora concretas. 
Recién llegada, esa misma alma, podría haberlo hecho en otro espacio de tiempo, podría haber sido o no. Pero es, aquí y ahora, y allí, en ese preciso instante. Y en ese mismo espacio también, podría ser o no, otra, y ser la misma. 

El devenir humano nos plantea el interrogante de quienes podríamos haber sido en un antes y un ahora, si no fuese porque sabemos quienes somos. O no. 

Creemos sabernos, creemos en quienes somos hasta que, un día, o muchos, nos detenemos a pensar quiénes somos. Creemos saber lo que hemos vivido hasta que pensamos qué hemos vivido. Creemos saber lo que sentimos hasta que nos paramos a sentirlo. Llegando, en ocasiones, a darnos cuenta que hemos vivido otra vida, la de otro, y tenemos un cuerpo con un alma que nada tiene que ver con quienes realmente queremos ser o somos, en esencia. Es un momento duro, contradictorio, ése, cuando chocamos con nuestro propio ser y existencia y, volcamos y nos revolcamos en la tristeza de no haber vivido libres llorando de nuevo como aquel primer día. El llanto es vida, y la vida es esperanza.

"El lado en sombra de la luna", de Javier Muñoz Rojas, nos adentra en esta reflexión del yo, nos inunda de esperanza a través de un protagonista, el de la novela, que marcado por el hedonismo, en la búsqueda de la felicidad ante todo, y ante todos, peca de cierta misantropía. Así se nos viene a plantear esta idea:

Mi otro yo, mío, en mí. El que también soy y no sabía. La esencia de nuestro ser, la persona libre que somos lejos de la contaminación que a lo largo de los años se ha apoderado de nuestra personalidad, se ha adueñado de nuestra manera de afrontar la vida, de sentirla, de vivirla.
Mi otro yo, tuyo y mío, en tí. Es decir, nuestra alma gemela, nuestras almas gemelas. Nuestros amores y desamores.

En torno a estas figuras y a una tristeza "innata" que se apodera del personaje en toda la obra, aún inédita, y que una servidora, ha tenido el privilegio de leer, gira la novela del escritor. Un lado en sombra marcado por la influencia de Juan Ramón Jiménez, referente de la literatura española y de Javier que es, juanramoniano hasta la médula, lorquiano, quijotesco y borgiano en esencia. También lo es de otros muchos, admirador del escritor Jose Antonio Muñoz Rojas, y hermano, en otro espacio de tiempo, al menos de apellidos.

"Somos lo que leemos o ¿leemos lo que somos?"

Sin duda cargada de sentido, de reflexiones y desde una perspectiva de la literatura confesional y unificadora, según califica el propio autor, desmenuzar cada palabra, cada imagen evocada y fantaseada, para dar forma y sentido a esta obra literaria es una delicia en la que se nos presenta la dualidad del amor profundo y verdadero, del amor de mi otro yo, tuyo y mío, en tí. Del desamor y el sexo por mero placer, por perversión. E aquí uno de los matices hedonistas del personaje protagonista. La libertad, la amistad, la poesía, la idealización, la locura, el miedo, la tristeza, mucha tristeza, el silencio, el maldito silencio. El no decir a través de la palabra escrita.

Páginas con un propósito más allá de las artes, si es que el amor no es un arte, claro. Arriesgar el contacto. Y hasta ahí puedo escribir de la obra sin despojarla de misterio.

Dentro del finito literario uno de ellos: Javier. Un hombre que se viste por los pies. Sus zapatos de orma masculina o femenina son como él: cuidados, brillantes y excéntricos. Un hombre que se viste por la cabeza. Instruído y versado en el arte de las letras. Ingeridor incansable de lomos es un cuerpo que devora libros. Amante de la escritura, unas manos efervescentes que bullen poesía y prosa. Todo sensibilidad, de ambos sexos, como sus zapatos.
Aún no ha tenido la suerte de publicar oficialmente ninguno de sus libros, pero como reza en este último, una frase: "a los libros los encuaderna la vida".

No sabemos de cuanta realidad se nutre el maestro en la constitución de esta novela. Quizá un 30 por ciento o quizá un 70. Una, perspicaz y amiga, lo intuye, desde que aquella primera vez mis ojos se percataron de él, figura misteriosa y cabizbaja, larga cabellera de rizos repleta, ojos azul inmenso...Pasos ligeros, silenciosos, maletín en mano. En vosotros está y en mí, darle a la realidad y a la ficción el sentido literario que se merecen si tenéis el honor, como yo, de caminar por el lado en sombra de la Luna.

Con todo mi cariño y deseos de una carrera literaria larga y llena de éxitos.
Gracias por la confianza depositada en mí.