19 diciembre 2015
"No podemos" votar a Podemos
07 diciembre 2015
Mi historia, ojalá pase a la historia
03 diciembre 2015
Campanas de Oriente
02 diciembre 2015
Belleza
Todo es bello en definición. Es bello en sí mismo.
La belleza en mensajes.
La belleza a través de la cerveza.
La belleza de lo antiguo y de lo nuevo.
La belleza de la curiosidad que permite el encuentro.
28 noviembre 2015
Miedo
A decir
A no decir
A sentir
A no sentir
A fracasar
Sufrir
Hacer sufrir
A escuchar
O no escuchar
A dar y recibir
No dar
A corresponder
y no ser correspondido
A no dar la talla
Perder la batalla
A comer
A llorar
Soñar
A mirar
A inventar
Crear
A escribir
A mostrar
y al que dirán
A morir
A reir
Incluso a imaginar
Miedo a vivir
11 noviembre 2015
El símbolo igual
Estoy tremendamente hastiada de ver como entre medios de comunicación y no tan medios, lo que debería ser una lucha contra la violencia en cualquier ámbito y género, se ha transformado en una lucha entre hombres ofendidos y mujeres despechadas. Una batalla de géneros que no nos lleva a nada bueno.
Tender a la generalización nunca ha sido buen camino ya que en el recorrido algunos pueden sentirse aludidos sin motivo y otros arropados.
Hablar de feminismo está muy bien si me remonto a la etapa en la que mis predecesoras defendían la igualdad entre ambos sexos. Y no hablo del terreno del maltrato sino de derechos inherentes a la persona, como el derecho al voto de la mujer, derecho a decidir sin el consentimiento de un marido, poder salir solas a la calle sin ser mal vistas, etc.
Pero ese feminismo sano ha desaparecido. Y si el machismo adolece de la creencia de sentirse superior a la mujer y su menosprecio, el feminismo actual ha copiado esta nefasta premisa a la inversa. Prefiero hablar de igualitarismo.
Teniendo como referencia que hombres y mujeres no somos iguales ni física ni mentalmente, ¡Dios me libre! Y tomando como soporte el respeto y la tolerancia entendiendo que no somos iguales en esencia. No sentimos igual, ni pensamos igual, no tenemos las mismas necesidades, ni el mismo nivel de hormonas que cada mes, a nosotras nos convierte en neuróticas. El igualitarismo debería luchar por unos derechos inherentes a cada ser humano como tal, sin género.
Dicho esto, muchos hombres, sí, digo muchos en masculino, manifiestan sentirse en inferioridad de condiciones frente a la ley de género. Dicen sentirse discriminados y reclaman que la ley debería ser igual para todos, hombres y mujeres. Totalmente de acuerdo.
Pero, o manzana, no es así. En base a las cifras de mujeres asesinadas o maltratadas cada año en nuestro país fue necesario legislar de forma más contundente contra los hombres que ponían o amenazaban con poner la mano encima a sus parejas o exparejas. Y aún así, la polémica ley no es eficaz ni eficiente. Para reflexionar.
Los especialistas explican que esto ocurre porque muchas de las que murieron no lo habían denunciado con anterioridad. Y en este sentido, supongo que del mismo modo ocurre con los hombres. Ya que desgraciadamente, seguimos viviendo en una sociedad en la que reconocer ser maltratada es duro, pero reconocerlo siendo hombre es cruzar una barrera aún mayor.
Seguimos viviendo en un país machista aunque nos pese. Admitir ser maltradado por una mujer implica comentarios del tipo "vaya maricona, la mujer le pega", "vaya calzonazos", "ese tío es un mierda si deja que la mujer le trate así", y mucho peores.
Asimismo, nos hemos convertido en una sociedad feminista, en su acepción peyorativa, cuando oímos la noticia de que un hombre ha sido asesinado por una mujer y cierto sector femenino de la sociedad dice o piensa, "algo le habría hecho para que se lo cargue", "seguro que la pobre ya no aguantaba más"...
Como no podemos generalizar algo de cierto habrá en según qué sentencias, y mucho más habrá de prejuicios, etiquetas y odio. Sobre todo de ésto último. Nos hemos convertido en eso, en odio. Odio entre hombres y mujeres. En a ver quién puede más. En yo no voy a una manifestación el 7N porque a mi amigo lo denunció su mujer por maltrato y era mentira. Yo no voy porque no sirve de nada. Yo no voy porque...
Existe un número de hombres maltratados o asesinados por sus parejas (féminas). Eso es real. Pero no se habla de cuántos. Y existe una cifra de mujeres maltratadas o asesinadas por sus parejas (varones) de la que se habla mucho. Los medios de comunicación tienen mucho que ver en esa confrontación de la que hablaba. Y a veces me pregunto si no sería mejor que esas mujeres (y esos hombres de los que no se habla) descansaran en paz y no pasaran a ser eso, un número más. Dejar de dar a sus asesinos el mejor trofeo que podrían tener: reconocimiento público. Dejar el morbo a un lado y fomentar la igualdad desde los espacios y contenidos que se emiten y publican. Porque queda genial informar de la próxima asesinada, cagarse, y perdón por la expresión, en el asesino. Pero, y después manzana, publicar contenidos sexistas, machistas o simplemente vacíos.
Invito a que hablen, y no me refiero solo a las mujeres víctimas de maltrato o violencia, sino también a los hombres que sean objeto del mismo horror. Porque ellos también tienen voz en este entierro, y pronostico pueden ayudar mucho más hablando a combatir contra la violencia que si siguen en silencio.
Dejemos que el símbolo igual deje de ser eso, un símbolo. Porque juntos es más.
26 octubre 2015
Maternidad como experiencia y no como meta
Hace apenas un día leía un artículo de opinión en el diario El País que no deja de rondar mis pensamientos. Se ha apoderado de las terminaciones nerviosas de mis dedos. El artículo de opinión en concreto se titula "Tan completa o tan incompleta". En él su autora, Rosa Montero, muestra su descontento con una sociedad que, según ella, a día de hoy se sigue compadeciendo de aquellas mujeres que por elección o no, no han sido madres.
Mezclar machismo, transición y maternidad es un cóctel indigesto. Más que nada porque los ingredientes nada tienen que ver con la elección de tener o no descendencia. Si bien es cierto que durante años el papel impuesto a la mujer ha sido el de procrear y "servir" a su marido e hijos, no podemos analizar la realidad actual desde el mismo prisma que hace cuarenta años.
La liberación de la mujer, el reconocimiento de derechos y la independencia económica de ésta respecto al hombre han revolucionado la concepción de la maternidad.
Quizá se piense que los avances del género femenino en las últimas décadas son fruto de la elección de esas mujeres que en el pasado decidieron no ser madres y sacrificaron la maternidad pensando en hacer el bien de cara a las futuras generaciones de féminas. Nada más lejos de la realidad. Soy desecendiente de una mujer de su quinta que no tuvo que priorizar entre ser madre, casarse o ir a la universidad. Sí, desecendiente de una mujer a la que también dijeron "no te encadenes, no tengas hijos, haz todo lo que yo no pude hacer". Pero ella fue madre, no se casó y vivió en pecado, estudió dos carreras universitarias, logró un hueco en lo profesional e hizo todo lo que pudo hacer.
Las chicas de hoy no lo tienen ni más ni menos fácil que hace cuatro décadas. Ni tampoco sufren en silencio el mandato de ser madres. Más bien todo lo contrario. Las chicas de hoy día quieren ser independientes, estudiar, trabajar y por qué no, tener hijos si así lo estiman oportuno. Porque ser madre no es una meta. Es una experiencia que se decide tener o no. Plantear el interés reproductor desde la perspectiva de sentirse realizada como mujer es un planteamiento obsoleto en los tiempos que corren.
No conozco en qué círculos se relaciona pero en mi generación, aquella de treinteañeras o cuarentonas, hay muchas que no han sido ni quieren ser madres. Cuando en cualquier reunión de amigos, compañeros de trabajo o incluso desconocidos sale el tema de la maternidad nadie cuestiona ni se justifica porque no hay nada que justificar. Simplemente cada una/uno expone sus deseos. De hecho, son muchas las que deciden ser madres solteras por inseminación, adopción o una noche locamente planificada.Y otras tantas las que ni siquiera se lo plantean porque prefieren no tener ataduras, dedicarse en cuerpo y alma al trabajo, o simplemente dicen "soy egoísta y no quiero sufrir por un hijo".
Ahora ser madre no es más fácil que antes. La incorporación de la mujer a la economía familiar ha supuesto un reto para compaginar vida laboral y familiar. Ser madre no implica dejar de hacer nada, sino todo lo contrario, implica un extra a todo lo que ya haces o deseas hacer.
No existe ninguna obligatoriedad social sobre la maternidad al menos en mi generación. Y sí, aún se sigue escuchando "se te va a pasar el arroz", "¿no tienes hijos?", "¿cuándo me vas a hacer abuela/o?" Del mismo modo que se oye "no quiero tener hijos". Puntualizando que la pregunta se formula tanto a hombres como mujeres.
Sentirse cuestionado o compadecido está en uno mismo. Seguir teniendo la necesidad de justificarse cuando no hay nada que justificar hace atisbar en sus palabras cierto aire de melancolía y frustración cuando tras nueve años vuelve a escribir sobre el mismo concepto. Incluso podría pensar que es usted misma la que se arrepiente de no haber sido madre cuando dice: "... dejamos la maternidad a un lado. Para muchas de nosotras no fue nunca una opción: creo que ni siquiera escogimos no ser madres, es que no lo teníamos como prioridad y los años se nos fueron pasando".
Adjunto el enlace del texto de Rosa Montero publicado hoy 25/octubre/2015 en El País.
http://elpais.com/elpais/2015/10/19/eps/1445267684_580447.html
14 octubre 2015
Que Dios le perdone los pecados
13 octubre 2015
Bienvenid@s
Dejo activas las antiguas entradas, disculpad los errores si los hay. La melancolía me impide borrarlos.